Desarrollan alergias a una gran variedad de sustancias, dependiendo de sus genes y del ambiente en el que vivan. Según la sustancia, la alergia se limitará a ciertas estaciones del año. En el caso concreto de las alergias a sustancias ambientales (atopia), se manifiestan en forma de problemas de piel y es más habitual en la primavera y el verano.
Muchos de nosotros conocemos a alguien con alergia; el polen es una de las causas más frecuentes, pero existen un gran número sustancias que, según el organismo de cada uno, pueden producir una reacción alérgica, ya sean productos químicos, alimentos o tejidos por ejemplo. Cuando las defensas entran en contacto con alguna molécula que consideran peligrosa (alérgeno), desencadenan una reacción tratando de responder a esta “agresión”. Es una respuesta desmesurada, frente a una sustancia que realmente es inocua al organismo, y produce toda una serie de síntomas derivados de esta reacción, y no debido a la sustancia.
En el caso de las mascotas es igual. Desarrollan alergias a una gran variedad de sustancias, dependiendo de sus genes y del ambiente en el que vivan. Según la sustancia, la alergia se limitará a ciertas estaciones del año. En el caso concreto de las alergias a sustancias ambientales (atopia), se manifiestan en forma de problemas de piel y es más habitual en la primavera y el verano.
Además, es habitual que se compliquen con infecciones bacterianas ya que los microorganismos aprovechan que la piel está alterada, y no ofrece resistencia. En este caso, el tratamiento se complementa con un antibiótico que combate las bacterias que han proliferado en exceso.
Es un problema muy molesto para la mascota, y el propietario sufre viendo al animal intentándose aliviar de cualquier manera. Para un buen control, es necesario identificar cual es la sustancia que le provoca la reacción alérgica. Esto puede llevar más tiempo, hasta llegar a un buen diagnóstico, porque los tratamientos generales administrados sin saber exactamente por qué aparece la alergia sólo son un parche, y a la larga son más costosos.
En el caso de la Atopia, se pueden realizar tests que analizan la respuesta del organismo a una gran cantidad de alérgenos conocidos, y determinan en qué grado. Así, se identifican las causas, y se puede actuar en consecuencia.
La parte más importante del tratamiento es intentar evitar el contacto con esta sustancia, si es posible. Así se corta de raíz el problema. Pero según el alérgeno, esto no es posible; entonces podemos recurrir a medicamentos que modulan la acción de las defensas, y evitan la respuesta desmedida, y champús que alivian los síntomas más molestos. Cabe la posibilidad también, de sintetizar vacunas personalizadas para el paciente; identificado el alérgeno, se inocula en cantidades progresivamente más altas, para que el organismo se acostumbre a su presencia y no reaccionen la próxima vez que entren en contacto.
Lógicamente, por la naturaleza de la enfermedad, hay que estudiar cada caso y determinar la causa y el mejor tratamiento. La paciencia es esencial; pero si desde el principio nos preocupamos de resolver bien el problema, y seguir las indicaciones del veterinario, la atopia se controlará bien y lo más importante, aliviaremos a nuestra mascota de ese calvario.
En nuestra Clínica Veterinaria Joan Miró, ¡¡estaremos encantadas de contarle más y explicarle todas las dudas que le surjan!!